El espíritu de confianza y amor se nos asemeja hasta el punto de identificarse con nosotros mismos haciéndosenos imperceptible, intangible e indemostrable, de forma que, aunque testifiquemos su trascendente poder cuando por la confianza nos amamos con su perfecto amor, generalmente ignoramos la alteridad de su ser en nosotros y permanecemos en el convencimiento de su ausencia o de su inexistencia, y en el desconocimiento de la maravillosa sencillez con la que, al escogernos como la expresión tangible de su ser, su inadvertida presencia respeta exquisitamente que podamos amarnos en plena libertad y reinar como dioses con su perfección. Y por esta ignorancia de su alteridad en nosotros depositamos la fuerza de la pasión que nos enamora en las personas que amamos así como en nosotros mismos sin mantener la confianza fundamentada en él, reconociéndole humildemente todo el mérito de nuestra bondad a este admirable, adorable e inapreciable ser espiritual que, haciéndose indistinto de nosotros, nos da el poder de trascendernos a la perfección que sólo a él pertenece. Por este innato error pervertimos la confianza extraviándonos de la verdad, y al confiar sólo en nuestro poder humano, arrogándonos el mérito de cualquier perfección que testimoniamos, perdemos el trascendente poder que nos mantiene liberados de nuestra incorregible imperfección. De modo que al no poder mantenernos en la perfección indefectiblemente violamos la confianza. Pero del mismo modo que la violamos también somos traicionados en la confianza, sufriendo por ella aflicción y muerte. De esta atribulada forma todos somos probados para ser sellados en el conocimiento de que sólo podemos mantener la confianza en los demás como en nosotros mismos si la fundamentamos perseverantemente en esta imperceptible alteridad espiritual, que encarnada en nosotros nos conduce a su trascendente perfección, permitiéndonos dar los frutos de su bondad. Y sellados también en el entendimiento de que sólo podemos mantenernos en la vida, la verdad, la libertad, la justicia y la perfección del amor si jamás dejamos de permanecer confiados en este santo espíritu. De este modo nos desnudamos de nuestras disfrazadas apariencias e hipocresías y permanecemos sin engañarnos con falsas esperanzas, conscientes de nuestra limitada condición humana y de nuestra incorregible infidelidad, en la paz de la reconciliación sean cuales sean nuestras incesantes traiciones, y en el conocimiento del amor verdadero, amándonos unos a otros así como a nosotros mismos, por y con el amor de este imperceptible e inapropiable ser espiritual, que se manifiesta exclusivamente a través de nosotros, llevándonos, simplemente porque confiamos únicamente en él, a la inalcanzable perfección que sólo a él pertenece.
Last edited by jordignasi; April 21, 2011 at 01:10 AM.
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