Las piedras, los asesinos, los perros, los malos libros, la melancolía, ¿no están por algo y para algo también? Mientras los refranes sirvan para incitar a la reflexión, o en los que no puedan pensar (creo que desgraciadamente la mayoría), para sembrar algún hálito de comprensión "innata" si se lo quiere así, de éxtasis aunque inteligible, entonces me parecen muy buenos. Ahora que uno pueda pensar y se remita a usar una frase de múltiples filos para ahorrarse todo esfuerzo mental y justificar algo, como se lo suele hacer, eso si me parece...:
-Falleció una joven de muerte subita luego de despertar, a las 11 pm.
-Al que madruga, Dios lo ayuda.
-Gran verdad.
(¡cuantas veces se escucha ese "verdad", "gran verdad" luego de un dicho! Tal vez en un minuto de pensamiento deja de ser tan clara esa "gran verdad". Esa certeza de otro, de una oración difusa y sin contexto. Bien justificada y mucho más rica sería si esa persona la hubiera analizado; en ese caso uno se remitiría cada vez que la oye a lo que pensó sobre ella, ya no es una frase, es un manantial de ellas, todo un ensayo que se puede concentrar en un renglón y volver a fluir una y otra vez al pronunciar solo la cita. Pero es más fácil y lacónico lo otro. Y para la gente, si no lleva esfuerzo, es mejor. Por eso casi siempre que se escucha una cita, podría pero no es del que la dice, no la hizo propia al reformularla en su mente, solo la pronuncio.)
-No sabés hacer nada, le dice un crítico de arte a un actor
-Criticar es más fácil que imitar, responde éste
-Imitar es más fácil que criticar, dice otro o el primero
Peor aún es darle autoridad a esos dichos: porque como son populares y todos los conocen, ¡seguro que son ciertos! si tienen el respaldo de tanta gente no puede ser de otra manera.
Por falta de tiempo y para compendiar, sí. Para la reflexión, sí.
Por ligereza de carácter y facilidad, no. Para aparentar, no.
Que hosco y estéril todo lo precedente.